Ann Ivana

Soneto VII

¡Oh, tus blancas perlas!

Alumbra los edénicos caminos,

Donde ansió rosar tus labios,

Aunque tu iconoclasta te vede.

 

Nunca obnubiles tu esencia,

 Arrastras a tu magnánimo,

Seduces y ciegas cuando a

Tus ojos le adornan las estrellas.

 

El aroma a sándalo de tu badana,

Paraliza mi corazón  y abres el camino;

Escaleras del celeste cielo, prueba que existe.

 

Traspasa la barrera de mi fastidiada alma,

Su Mano cristalina,  suave como una pluma,

Donde la luna durmiese, ¡ay, que esclavo de amor!