Margarita Rodriguez Romero

Dormida

La miró a los ojos

con esa mirada que atraviesa los huesos

le quería decir tantas cosas

que estaba viviendo un sueño

que un día iba a despertar

y entender muchas cosas.

La quería rescatar de la ilusión

darle vida, avivar su flama

decirle que no había limites

que su corazón palpitaba

con la sabiduría eterna,

que no había nada oculto

que el universo fluía en sus venas.

Le podía regresar su divinidad perdida

la podía hacer diosa, eterna…

pero no,

era traicionar la esencia de lo humano

trastocar el proceso de las cosas.

Tendría que esperar,

que el velo callera por sí solo

que la escalada de eventos sucediera

y ese instante llegara por inercia

habría que esperar,

unos años, unas décadas, tal vez siglos…

Y mientras tanto,

le ofreció su pecho

para que descansara apacible entre sus brazos

no había prisas

la amaría sin miedo, sin atajos

porque sabía que ese instante llegaría

y miro la luna,

esa hermosa testigo de sus sueños

le ofreció su vida

a cambio de sus besos…