luisa leston celorio

AMIGOS DE TODO EL MUNDO, OS DESEO UNAS DICHOSAS NAVIDADES Y QUE ESTA DICHA SE HAGA PERENNE EN CADA MOMENTO DE VUESTRAS VIDAS.

 

Se han cumplidos mi sueño de recorrer las distintas tierras que circundan el mundo para obsequiar el amor fraterno que mana de mi corazón.
Un angelito de mi árbol hacia mí se dirigió preguntándome si mis sueños
quería cumplir, yo muy dichosa le dije que sí.
Me ha prestado sus alitas para que se hiciesen realidad mis delirios, y en mi primer vuelo hasta África me he dirigido para entregar mi amor a San José, la Virgen y el Niño.
Allí me encontré con un lindo portalito donde reposaba el Buen Jesús; Niño negrito como el azabache, rizados cabellos y ojitos chisporroteantes
llenos de amor. Sonrisas me ha regalado, sonrisas que salieron de sus labios de rosado color, mientras que sus padres me acogieron con tierno candor.
Sentime tan extasiada, que mi corazón prendado se quedó de aquel portalito tan lleno de amor, donde pernocté complaciente junto a los Santos Padres, El Niño, la mula y el buey que me colmaron de calor.
Después de agradecer la acogida que la Sagrada Familia me concedió, de nuevo hasta el cielo me elevé surcando hasta la India en busca de otro Belén. En lugar tan inmenso se emocionó mi razón, pues mis ojos se han encontrado con un mensaje sin igual.
Incrédula me sentía ante tan magna realidad, pues aquel portalito era muy especial. Froté mis ojos para asegurarme de que era cierta la belleza de aquel Belén que ante el mundo se manifiesta con tanta dulzura y buen saber. Un niño de piel oscura y ojos negros como el carbón me acogía con sus bracitos en alto para darme su calor. Sus padres muy amorosos me brindaron su hogar, un hogar maravilloso lleno de armonía y paz.
Después de un grato reposo hasta la China me encaminé. ¡Oh que gran sorpresa! , ¡Oh que sorpresa me llevé! Un Niño de dulces facciones con rostro fino como el marfil me llenó de ternura con su acogida tan gentil. Sus padres me colmaron de perfumados agasajos que jamás en mi vida vi,
por esa razón me sentí muy feliz.
Encamineme hacia América, y en el Bronx asombrada me quedé, vi con agrado cómo el Niño era adorado por multitud muy fiel, pues era venerado por los hombres de muy variada piel que se unían en armonía alrededor del Divino Ser.
Nueva York se engalanaba con lujo por doquier, mientras, que en los hogares se trinchaba el pavo a la vez que se brindaba por el Niño Rey.
Llegando a Iberoamericana con el cielo me encontré, pues de tan variados colores los portalitos lucían, a la vez que con gran resplandor los rayos del sol los adornaba enfundando alegría por doquier que El Niño no tiritaba de frio sino que con alegría sonreía. ¡Y os Señor como lucía su doradita piel!
En tan bellos lugares me encontré extasiada y mi corazón emocionado de alegría se colmó. ¡Oh Cuánto amor se derrama entre lugares sin igual! Tanta bondad y belleza mi alma atrapó.
En Europa me hallé con portalitos preciosos, habitados por seres de blanca y delicada piel, todos muy bien arropados por ver la nieve caer, salvo El Niño que lucia su desnudez en el pesebre de Belén.
Entonces comprendí que nada yo les he dado, mas por el contrario mucho recibí, pues los que al Niño amamos sabemos repartir ramilletes de amor
sin diferenciar culturas ni color.
Mucho mal he encontrado donde quiera que miré, pues la maldad se ofusca en cualquier lugar habitado por personas de distintas culturas y color de piel.
Quédeme con lo bueno para la llegada del Niño festejar, y de lo malo he sacado lecciones para mis malas acciones rectificar.
Un suave aleteo a mis oídos llegó, y abriendo mis ojos me topé con la realidad. Mi arbolito allí estaba con sus angelitos alados y cuando les miré
con una sonrisa me abrazaron a la vez que sus ojitos me han guiñado.
Les respondí con entusiasmo pues habían conseguido realizar mis sueños
aunque del arbolito no se hayan bajado.
Lección grandiosa recibí recorriendo en mis delirios los belenes de lugares
tan lejanos al mío.
No importa la piel ni vestidos, ni paisajes, ni lugares aunque sean muy distintos, pues todos estamos unidos por el Divino Niño que se hace presente en todos los lugares de nuestro mundo.

Autora: Luisa Lestón Celorio
Asturias- España.
Registrado.