LOBO DE LA NIEBLA

Mía

Nuestros cálidos labios, mejor callan,

para dejar hablar cómodamente

a nuestros jóvenes cuerpos, que se sienten

unidos en erótica batalla.

 

Nuestras ávidas manos, como ensayan

mil caricias que se dan tímidamente,

y nuestros cuerpos, en ardor creciente

al unísono frenéticos estallan.

 

Y al cesar los eróticos gemidos,

quisiera al contemplarte así, extasiado,

unir a mis latidos tus latidos.

 

Y hay en mi vida dos nuevas alegrías:

el contemplar tu rostro enamorado,

y el sublime placer de hacerte mía.