Adrian Labansat

TE DIRÉ QUE TINTA USASTE

Soy un loco miserable, miserable por vivir en este mundo de tan cuerdos.

 

Sobre un parque mudo de flores, caminaré de la mano junto a mi propia mano,  andando a un lado de la soledad. Cerca las  horas se sostienen de los nidos de mis años, ese tiempo de entonces son aves forasteras de alas manchadas de lodo, han volado donde alguien que no conozco me espera, hasta el otro lado de una epístola.

en las habitaciones de lo que ahora sucede no puedo retener el minuto a pesar de contener la arena entre los puños de sus imaginarias manos , me temo como dios por inventarte , por inventarlo todo , me temo a mí mismo y me escondo en los rincones de mis ensueños, le hable sin abrir los ojos, ya no estaba cuando gire la cerradura hasta el norte de mi corazón que ya no se abre,  se ha ido algún sitio sin ir a ninguna parte, solo pude recordar sus fragmentos  pasando por mis ojos, no quisiera quedar a oscuras pero mis manos ciegas han intentado tocarle., ahora la comida sobre la mesa sobra, lástima que los fantasmas no comen.

ahora que aprendí a maullar él se ha llevado a mi gata, quise amarle y sin querer le odie para tener fuerzas de renuncíarle, ya no hay nada, ni siquiera está oscuro, no he cambiado sigo expurgándo los mismos motivos, aunque comienzo a desconocer mi cabello, mi historia a comenzado a dejarme de dolerme, estoy saliéndome de mi corazón, me desepúlto, tuve que querer a alguien para poderme inyectar la muerte, hasta convertir mi sangre en el torrente negro que desemboca en las hojas, he perdido algunos escritos, con los que me quedan estoy tejiendo una soga para asfixiar fantasmas te sumaria a sus filas, una vez que te fueras, yo te lo dije cuando cargaste a mi gata y saliste corriendo por la puerta como si fuera una cueva de ratones, lloraste en mi hombro, ¿lo recuerdas? yo consolaba tu amor, el que nunca me diste, para mí nunca hubo una lagrima, ni ternuras.

el parque ahora me habla de ciertas flores que crecen cerca de los nidos donde hay ciertas aves convertidas en barro, he sepultado una carta que con el tiempo murió por no habértela dado nunca y aunque he salido de los rincones en los que me ocultaba no he podido esconderme para desaparecerte, le fuimos esculpiéndo a la alegría el dolor, para ti, solo fui un trozo de tu historia, solo los números que contaban tus paginas, pero nunca pudiste suponer que la tinta que usabas era mi propia sangre.