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CASUALIDADES

En un ancestral y repentino estallido,
la nada y el todo rugen feroces aullidos
espoleando hacia una ingrávida travesía,
entremezclándose en el brebaje sustancias,
átomos, moléculas, al son de un martillo.


La nada extendiendo los nacimientos,
pululante, ella adereza galaxias.
Cálida, aunque parezca ausente y fría.
Su jadeo se descubre halagüeño

Óvalos, esferas
y rojos brillantes.
Los verdes turquesa
destellan espirales.

Los azules eléctricos
son sinfonías, movimientos.
Los naranjas líquidos
aún desprenden sarmientos.


A gruesas masas deformes
el trayecto las moldea,
parecen estar conformes
y atreviéndose esperan.


Rosas alilados, casi fluorescentes,
dando saltos, posan encantados
sobre etéreas nubes, solistas incandescentes.


Dulces planetas girando mimados,
ruborizados fluyen como corrientes,
flotan aún con su peso, bien tratados.


Orbitar es su lujo permanente,
levanta el sabio telón de la alquimia,
de especies, objetos, entes y gentes.

Sin probetas, sin microscopios,
sin pensamientos ni artilugios.
Da cuerpo, vuelve consistente
al universo intangible, la nada,
besándole, le concede un presente.

Aquí y ahora...
ríe, juega,
el niño se divierte,
le da a la pelota,
la chuta, la pisa,
brinca, la cabecea.
Ella, al ser golpeada,
extraviándose,
rompe un cristal.
Por el aire
relucen sus fragmentos,
salpican el suelo,
se esparcen,
improvisan novedades,
eclosiona un firmamento.