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POETICA DEL PROCESO DE PAZ Y LA RECONCILIACIÓN

José Orlando Melo Naranjo

Las noches azuladas, parecían tristes, calladas, sosegadas y apagadas, porque la violencia nacional contra la tierra las había arrojado y quizás lastimado, por ello, solo tiritaban sus astros, sus cantos y poemas, los cuales clamaban paz y reconciliación bajo el infinito cielo de aquella tortura social, la cual en pos de la guerra solo gritaba esquizofrenia y demencia, palabras blasfemas y locuras siniestras.

De repente el mensajero de la Paz, se levantó de prisa, y semejante al jardín botánico que trasciende el aroma de las flores, y se bebe a sorbos los misterios ancestrales, se acercó pasivamente como un felino hacia el enfermo, no sin antes temblar, pues lograba visualizar por las pequeñas rendijas de su alma, que la guerra había cegado al demente.

Sin embargo, pese a tantas advertencias físicas y emocionales, se acercó y dijo: Disculpe usted, señor democrático, observo que sus gafas están empañadas por la sangre y el dolor, que la rabia se lo traga como las cenizas del ayer, por ello, usted no puede gozar y disfrutar de la vida. ¿A caso algo malo le ha pasado? A lo que respondió el enfermo; sí señor, los Santos se me cruzaron en el camino, y como puede ver, no soy más que el recuerdo vago de las religiones paganas y siniestras, que hundieron en tragedia nuestras historias nacionales.   

Mensajero de la Paz: Descuide, entiendo que sufre y padece de esquizofrenia, pero no se preocupe más, existen múltiples y diversos remedios caseros que podrían ayudarle a ser humano, porque de lo contrario; la vergüenza seguirá siendo su diosa y el rayo oxidado que lo enceguece, y no le permite distinguir entre el odio y la reconciliación, la Paz y la guerra.

Por lo tanto, señor democrático, si usted me permite puedo ayudarle.

Señor democrático: Claro que sí, me caracterizo por ser una buena persona, ser víctima sacrificial de la intelectualidad, amar a quienes siguen mis ideales, y ser fiel a la guerra en tiempos de Paz. Por ello, puedo escuchar sus sabios consejos mientras cierro mis parpados malignos, consumo el vicio de los odios y logro ser inmortal en el pensamiento de los ingenuos, que hacen de su ignorancia mi fuente de ganancia.   

Mensajero de la Paz: Perfecto, ya que está dispuesto a escucharme, le daré un gran remedio, la historia de Joins, un joven al que la negación de la muerte le ayudo a olvidar el odio, porque para él, la afirmación de la vida no se agotó con el luto que genera el ágora en las casas de velación, y en los oscuros mausoleos del adiós.  

Mensajero de la Paz: Cuenta la historia que Joins vivía en el Valle del Cauca, lugar de estrechas esperanzas, enloquecidos rencores y delirios que llenaban de insomnio a sus habitantes, allí donde la cordura había pasado de moda, y solo existía lugar para el suicidio, el crimen y el homicidio. Habitaban seres finitos y movedizos, familias amorosas y cariñosas que en medio del frio, la escasez, y el ocultismo que produce la pobreza, sabían amar a los suyos.      

Tal era el caso de la familia de Joins, la cual estaba compuesta por un padre y una madre ejemplares, pues alejados de los vicios criaban a sus cuatro hijos, enero, febrero, marzo y abril, meses bastante especiales, porque los alientos de vida, extrañamente habían nacido de forma consecutiva para la felicidad de aquellos padres abnegados.

Mensajero de la Paz: En fin, cuando Joins tenía 15 años de edad, sus padres decidieron después de tanto trabajo, tener su propio negocio, microempresa o supermercado, y así fue, el supermercado se llamó “Pacíficos de Corazón”. Con el pasar de los meses, las gentes iban y venían, con ellas, las amenazas de Paramilitares y Guerrilleros, los cuales los acusaban de vender alimentos a sus enemigos.

Por ello, durante una tarde sombría y carente de amor por obsesión satánica, un grupo de paramilitares ingresaron al supermercado “Pacíficos de Corazón”, llamaron al padre de Joins y le dijeron: despídase de sus hijos, que hoy mismo usted se muere, este cual ave con sus alas rotas, así lo hizo, luego se lo llevaron y después de 20 minutos, pasaron y le comunicaron a su mujer, su esposo le vendía alimentos a los guerrilleros sin saberlo, pero lo hallamos culpable, ya puede recoger su cuerpo.   

Como era de esperarse, el dolor de la tragedia se hizo infinito, porque las noches estaban challadas, sosegadas y apagadas, pues la violencia las estrello contra el piso. Entre tanto, la viuda les decía a sus hijos: No teman mis niños, trabajare duro en el supermercado para que podamos marcharnos en tres meses. Pero la vida es una ruleta rusa, ya que faltando quince días para partir, unos cuantos Guerrilleros llegaron por la viuda, la sacaron del cabello, y frente a sus hijos que rogaban y clamaban por clemencia, la acribillaron de cinco balazos, alegando que le vendía alimentos a los Paramilitares.  

Mensajero de la Paz: ¿Qué sucedió? Excelente pregunta, Joins tuvo que coger los ahorros que tenía su madre, llegar como desplazado a la ciudad de Bogotá, experimentar la explotación sexual y laboral, para poder sacar adelante a sus hermanos menores, pues para colmo de males, él era el mayor. 

Por ultimo en el proceso de Paz que lleva a cabo el Presidente Juan Manuel Santos, la “Fundación pacíficos de corazón” cuyo fundador es Joins, ha contratado de planta por más de un año, al paramilitar y al guerrillero que acabaron con la vida de sus padres, porque Joins cree en la Paz y la reconciliación. Finalmente.

Señor democrático: Volviendo en sí, después de tejer las telarañas de la locura, respondió: Infeliz, esas historias para mí no son nada, mi corazón es más fuerte que la roca, porque para mí la vida es inferior al dolor y la guerra, pues lucho por el Superhombre, y esta tierra deberá aceptar la obra del Superhombre.    

La nación: El país tomo al demente sin remedio y cura, y por haber despreciado al mensajero de la Paz, lo tomo y lo hecho fuera, dejándolo en el olvido de los violentos y despiadados.