Heliconidas

Qué será de mí...

Que será de mí…
cuando llegue el día
que una sombra fría
me envuelva de esplín.
Y a mi lado sienta
la caricia lenta
que anticipa el fin.
Cuando sienta mío
solo lo que ha muerto
y en mi triste huerto solo encuentre hastío
y oscuro confín.
Cuando sea imposible
mirar la belleza
sin sentirme preso en un luto inasible
de blanco jazmín.

Que será de mí…
Cuando al fin comprenda
que nos pertenece
solo lo perdido.
Y esté anochecido
sin que nadie encienda
mi sol otoñal.
Que será de mí…
Cuando yo me ría
de las esperanzas
de mi juventud
Que será de mí…
Cuando esté ante mí
la intrusa vejez.

Que será de mí…
Cuando cuerpo y mente
signen mi presente
de opuesta impiedad.
Y aquiete mis pasos
en los largos brazos
de la soledad.
Cuando entre querellas
mi voz ya no calle
y en mi cielo no halle celajes ni estrellas
y así el temor,
al fin del sendero,
se vuelva ligero
como el frágil viento que con tibio aliento
abraza la flor.