Jorge Briceño

Inmóvil

Detente ahí ni un paso más,

grita desesperadamente algo en mis entrañas

al ver que arriesgo el débil eco de mi ternura 

y ella de su amor pasado llora pues el tiempo aún no la cura.

Raíces y grilletes celosas al suelo me aferran, inmóvil,

impidíendome verla, tocarla, sentirla.

Huracanes de angustia desean sus besos,

acechado por las calumnias que debilitan mis huesos.

Inmóvil e impotente no puedo hacer nada;

enraizada en su tristeza, sucumbe ante el brillo de mi mirada, 

  y rompiendo el celoso hechízo, se acerca y besa mi boca desesperada.