Teodocio Potes

Se fue mi juventud sin darme cuenta

Se fue mi juventud sin despedida

Ni siquiera me había percatado de su ausencia

Hasta hace poco creía que aun me acompañaba.

El olor grato de su esencia,

de fruta fresca aun colgada de la rama,

creía percibirlo esta mañana.

Me engañaba un olfato

que aún no detecta el hedor

de una vejez que se ha metido

con el sigilo de gato callejero agradecido.

Y como aun rondan bulliciosos

tantos inquietos ideales que de tiempo atrás

circulan por lo sinuosos callejones del cerebro

creí que aun ella, esa juventud que los alienta,

quien los pario, cultivo y había imaginado,

estaba con su porte señorial aquí a mi lado.

 

¿Que hacer de ahora en adelante

cuando mis ideales y sueños se den por enterados

que su madre y su sostén

hace rato para siempre se ha marchado?

¡ Se morirán y esfumaran de mi cabeza¡

Cómo vivir sin ellos,

cómo sostener el peso de conciencia

sin el aliento, así sea ilusorio y vano

de sueños que te animen a luchar por tonterías

 

¿Por qué las cosas hermosas de la vida

las arrebata el temporal del tiempo

sin un aviso oportuno o una seña

que anuncie una grata despedida?

Así mismo se fue la linda niñez

sin un aviso para preparar una partida

alegre que congelaran en el alma del muchacho

esos añorados días de la infancia.

 

Si, hay que aceptar que viejo soy

y no hay remedio

y puedo decir sin altivez ni engaño

que no logre coronar ninguna colina

de virtud, de éxito o de fama.

La tumba ya la veo en mi  horizonte

-         aunque bien pudiera abrírseme a mis pies

desde ahora mismo

mientras en estos versos sepulto el desengaño.

 

Ingrata juventud que sin avisar te has ido

como otrora la niñez lo había hecho,

 de golpe,  ¡así  como si nada ¡

no me dejaste al menos

un pedazo de tu fogoso aliento

que me sirva de combustible

para soportar el resto de jornada.