Adrian VeMo

Animales

 

 

Pasan mis animales

y rebuzna el violín de Saint-Saëns.

 

Mis tarántulas-manos resbalan por esos hilos sonoros

y enveneno las palabras

¿podrán copular con una hembra?

¿en la eclosión de los huevos nacerán pensamientos-arañas?

destejo preguntas y las escondo en un oscuro bolsillo.

 

Recuerdo cuando quise tener fuerza de escarabajo

y vencer la masa

pero la masa fornida

tiende a no esclarecer

a manchar de tinieblas lo evidente.

 

Para trepar por los sueños

necesité la habilidad de los felinos,

en mi almohada despierta un leopardo cuando duermo

y sus uñas tienen el encanto de rasguñar el destino

 

A veces callo los colibríes de mi boca

no les permito que liben la flores de la mujer

revolotean en mi garganta

y se escapan aleteando en forma de suspiros.

 

Quise aprender el mimetismo

de los camaleones o de las mantis

para disimular en la piel del olvido

los recuerdos.

 

La alegría se me escurre como un jerbo,

trisca

noctívago en el desierto emocional,

la pierdo,

y no puedo huir de las fauces tristes

de las hienas

que ríen cuando deben lloran.

 

Tengo de nocturno

los ojos de lechuza

son más nocturnos cuando entonan una dulzura cansada

y se endurecen mis ojeras de plástico...

 

pasan mis animales

y me quedo con el cisne en los dedos

de Saint-Saëns.