Elnavegante

Prosa poética II

En una gota de lluvia que rodó por mi rostro, reconocí la caricia que alguna vez me llegó de tu mano, húmeda de mar. Tardó un mundo. 

 

Otear el horizonte, cuando viene el amanecer, es escudriñar el ambiente con anhelo sostenido. Los rayos de sol, como abanico desplegado, me traen vivencias por estrenar. 

 

Voz a los cuatro vientos que se eleva inmensa, arrulladora y complaciente. Llévate el nombre que te estoy diciendo al oído y díselo muy quedo. 

 

 Los guijarros literarios que voy dejando en el camino son recogidos por curiosos que los leen... y los guardan.  Afortunadamente. 

 

Voz y viento que viajan en un abrazo sostenido, para llevar hasta ti, lo que en el alma ha nacido: una canción, un anhelo y un suspiro.