eledendo

Cuando de repente un verso

 

 

... cuando de repente un verso, sólo y exclusivamente un verso se te adentre, te incendie y queme,   cuando crepite por tu conciencia y sangre porque te las haya asaltado y te las esté abrasando,   y cuando sientas que ha prendido tu mente, pero que tu mente se abre cual alba luminosa y virgen,   para inmediatamente llegar y entrar al corazón para arrasar y acabar con todo,   ah, en ese momento, corre, corre y vuela, sube a alguna cumbre y corónala,   pues que en ese instante habrás hallado el signo con que poder ungir el cielo con la tierra;   ... un verso es una daga, un tránsito flamígero, un conocimiento, un conjuro, una fuerza infinita;   un verso puede herir, matar, transfigurar, o albergar las claves lúcidas de todas las fronteras,   todas las puertas, todos los ríos, todos los puentes y todos los mares;   ... un verso así no es hombre ni mujer, ni un pueblo, ni una raza ni siquiera, ay, el pulso del planeta;   y, sin embargo, puedes oírlo bramar o gemir en llanto en el justo instante en que caes y te rindes;   ah, ese verso, pues, no, no tiene en sí razón ni sentimiento,   ése, ese verso incomparable, es decididamente mucho más, mucho y siempre mucho más:   la transubstanciación del ser, su irrupción con resplandor total,   su poder y ley, la luz del dios, la voz del universo.       http:/www.oriondepanthoseas