Jorge Guerrero

16/11/2016

El dolor de cabeza es ya algo recurrente, así como la disnea atrapada en la jaula de mi pecho y el insomnio que me hace compañía de manera burlona desde aquél día en que agradecimos por todo, dimos lavuelta, cada quien en diferente dirección y dimos un final abierto a todas y cada una de las promesas que nos hicimos frente a frente.

Así repitiendo ese día, de lo que se pudo hacer, lo que pudimos hacer mejor y de lo que por supuesto, no hicimos; son ecos burlones en mi mente, los cuales me siguen sin reparo, casi atados a mi sombra y mi marcha que esta a una calzada de volverse fúnebre. Recorro los sitios donde tanto reímos e imaginamos un pequeño infinito, incluso cuando mis plantas surcan un camino diferente a los ya explorados encuentro que estás allí, en cada palmo de esta vida tan mía y tan tuya, viéndote en el cielo raso, en el sereno primero, en mi reflejo y en la manera sutil que tengo de esbozar mis palabras y mi pausado caminar, como si fuera buscando algo, o a ti.

Busco también palabras para darte, para recorrer tu mundo, tu mente caprichosa y tu cuerpo con el aliento que confiere vida a cada una de estas sílabas valientes de decirte \"te quiero\". Busco la manera de no entrar en llanto sentado sobre la acera mirando el horizonte sin encontrar otra mirada, suspendido en la tarea de seguir anclado a la gravedad del planeta. Y así una y otra vez verteré mis sentimientos a mis adentros y en el agua que pongo para dos tazas de café pese a que tú no estás, en una carta que soporte a  mis dedos impactando sobre la maquina de escribir desviviendo por intentar  pronunciar cuanto te echo de menos.  

Desespero de la idea de que en un solo folio no cabe todo mi discurso pueril, de que en mi vida no están tus brazos, tus manos, tus lunares y tus muecas; y mi afición a ti, a tu cuerpo y a la composición magnifica que sos, me parece que la historia lo cataloga como arte; y yo, solo soy un hombre común enamorado de una mujer extraordinaria que la envuelve un velo de ceda al tacto de la vista y que con su risa crea constelaciones.   Solo yo, diciéndote que te quiero, con mis manos, mis matices, mis letras, y la ausencia quese instaura entre nosotros...