J. R.

La cogida

Improbable tiembla el pulso
de la tarde triste y roja
sobre mí: todo duele.
Apenas veo interferencias,

conmociones.

 

Los caballos hundidos en la sombra
dicen: \"Vas a perder esta carrera\".

Cabezas de toro se visten de luces
y me miran con órbita oscura
desde este lado de la barrera.

Mis manos izquierdas de miedo
rezan indefensas, sin capa y sin espada,
por ser libres, al fin, por dejar ser a todo
y comenzar a fragmentar sus actos en la nada.

 

Ya vuela alto el ciclón de mis huesos,
ya soy color en la arena mojada:
matan al negro y cae muerta mi carne
sobre la sangre de esta tierra
tan bella y herida, tan mal amada.