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LABRADOR DE LA POESÍA (octavas reales)

 

Dobla el viento las varas amarillas,

cargadas de humedad y sol de estío,

caen al  fértil surco las semillas

y se renueva el ciclo con más brío.

Renacen de la tierra maravillas,

quizá en una urbe, o en el bosque o en un río,

paciente, el cultor de la poesía

recoge la cosecha cada día.

 

Desde el fondo de su clara inventiva

vierte la siega en letras cristalinas

que nacieron de su alma sensitiva.

Como un raudo andar de aves peregrinas

se allegan a su mente creativa

la alegría, el amor y las espinas,

la pena, el desamor y la sonrisa,

todo asciende a su altar y esa es su misa.

 

Colorea paisajes agrisados,

da una brisa al volar de mariposas,

y de un saco de sueños arropados

desenvuelve utopías, versos, rosas...

Se enamora de los rojos alados

cuando estallan las albas luminosas,

le canta a las estrellas y a la luna,

eleva un fiero grito ante la hambruna.

 

Erige un trono de oro a la palabra,

con sino de idealista errabundo

surca indómitos mares, cruza el abra

y ante el albo papel, nido fecundo,

sus lágrimas hacen que se reabra

la simiente de paz para este mundo.

Duerme en el lecho de su sembradío

asido a un verso suyo o quizás mío.

 

 

 

Derechos reservados por Ruben Maldonado.