Caramelo de Ricina

Té de manzanilla

Quiero lanzarme desde el borde de tu cintura 
al vacío de tu piel,
deshacernos las abolladuras de los accidentes 
que premeditaste en mi oído,
peinarte el cabello y los errores, 
lavarte con vino tinto aquel vestido,
rezarte y esperar tu milagro 
con la boca abierta.

 

Atisbo tu risa democrática, 
luz azulada de la madrugada, 
que me sopla las brasas del dolor 
y me revoca las quemaduras de la reminiscencia 
mientras el olvido como un río lo arrastra todo 
y yo me aferro al aire, 
sin darme cuenta de que es huracanado, 
de que me devolverá al mismo punto,
al mismo camino
que guarda tus pasos 
hasta la salida.

 

Querido desamor, 
me encariñé con tus sombras 
que bailan a mi alrededor cada noche 
y se ponen al servicio de mis miedos, 
que besan la luna y desafinan la vía láctea, 
que me arropan 
y me (des)cuentan historias.

 

Querido desamor, 
creo que como amor no te quise tanto.