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Verdad I

Todos los de mí especie pensante,
tan cargados con sus males,
maldades en su corazón y mente.
No les importa nada, menos sus iguales.
Pobres de mis hermanos muertos, agrios
van por su camino y destino vagando sin sentir.
Desperdician su alma en lo tonto de su vivir.

Cada ser humano se reproduce,
solo lo hace por instinto,
no por amor, ni conciencia.
Trae al mundo almas nuevas,
destinadas a ser olvidadas en jaulas viejas,
almas qué resurgen, nacen y mueren,
en jaulas diseñadas por sus progenitores,
o simplemente se adaptan al rumbo,
que la marea de gente tiene en el mundo.

Me repugna ver a mis hermanos en ruina,
cargados de falacia y ficciones estrafalarias.
En sus pasos retumban las cargas que llevan en la espalda,
de sentimientos olvidados, enterrados en con sus antepasados.
¿Cuál será el sentido de esos humanos?
¿Acaso olvidaron la vida qué les pertenece?
Me devasta mi cuerpo y mente estos pensamientos,
pero me cuesta vivir con la cabeza gacha.
Perdida mi mirada en esa muchedumbre,
me cansa el alma, sentir repugnancia por mi prójimo.
¿Sera que soy el único con esté tormento?

Es tan fuerte el curso que arrastra a los sujetos,
qué ya no recuerdan  lo verdadero,
del amor y todo aquello que es sincero.

Algunos humanos aún tienen semillas de vida.
En su caminar cultivan semillas por donde van,
tratando de revitalizar la pesadumbre de los humanos,
que no recuerdan de lo qué son en realidad.
Cada semilla trata de sacar el infierno,
qué mis hermanos olvidados proclaman tanto.
que en su rutina adoran siempre en lapsos largos.