Jose Luis Posa Lozano

¡HAGAN JUEGO, SEÑORES!

Los cristales entelados,
la noche fría.
El viento aúlla por las esquinas,
la lluvia golpea con furia
y un silencio ensordecedor ocupa la calle.

Me sumerjo entre las mantas buscando refugio
pero Cronos vocifera furioso,
ha llegado la hora.
Me levanto arrastrando mi cuerpo,
y lo empujo impío hacia la ducha helada.

Todo yo me estremezco
y la sangre regresa al cerebro como un torrente.
Un café negro como la noche
me devuelve el aliento
mientras hago balance de la nueva jornada.

Me despeño por los escalones
como un río furioso
y me enfrento a la vida
que me espera agazapada en las sombras.

Otro día de lucha contra fuerzas lunares,
fantasmas cotidianos pero igualmente horrendos.
Miedos, angustias, temores sin rostro
me rodean, me arañan con sus garras de hielo
mientras me aturden con sus carcajadas siniestras.
Pero sigo adelante, ya no les temo,
incluso, les he dado nombre.

Me asomo a un espejo desconchado
y los veo burlarse con sus muecas obscenas
Intentando asustarme...
Poco a poco desisten
y se retiran a sus madrigueras
murmurando amenazas
a las que ya ni hago caso.

El sol despunta entre negros edificios
y otros grises fantasmas se arrastran
por las escaleras del metro,
cada uno con sus demonios,
cada cual arrastrando sus cadenas.

¡Hagan juego, señores!
Y mi bola salta entre los dientes de la ruleta
mientras apuesto mi resto
a un número amañado.