Teodocio Potes

MI NIÑA CRECE

Cuando empieces a abrir tus pétalos de púber candorosa

y tu cuerpo de mujer florezca en el jardín del mundo,

cuando empieces a convocar las hábidas miradas

de los ojos que estrenan los muchachos,

y de otros que aun ya viejos de mirar son atrapados

por las formas que natura te ha obsequiado,

podrás estar segura que has salido del mundo de las hadas

y que has entrado a otros mundos, tanto o mas ficticios,

en donde tu cuerpo juvenil será otra mercancía

que competirá con autos, vestidos, perfumes y edificios.

 

Tendrás que acostumbrarte poco a poco

a todo tipo de mirar curioso

que como rayos X escanearán por todos tus rincones

anhelando atravesar los vestidos que te pones.

 

Tus piernas, tus caderas y tus pechos  altivos y lozanos

alimentarán la mente de un morboso sujeto adolescente

que te raptara sin permiso a su febril mundo de pasiones

 y bajo las sábanas de todo olor repletas

se divertirá como loco con tu imagen en la cama.

 

Sembrarás más de una envidia pueril en tus amigas

como la que tú cosecharás también por ellas.

 

El rincón de tu mundo imaginario se poblará de hombrecitos

a los que conservarás en fotos de bolsillo

que como chicle anodino y reciclado

 no querrás tragar porque los necesitarás

para salivar con tus amigas los comentarios de corrillo.

 

Ese será parte de tu rol de mujer en próximo futuro,

  el cual encontrarás en casi todo libro que abras,

la otra parte, tal ves el rol mas digno y verdadero,

el que te identificará en este mundo como dama

ni aún siendo yo mujer podría describírtelo en palabras.