luno

la luna, sabedora

La luna, sabedora

de su supremacía,

tan confiada,

se echó a dormir

su siesta habitual.

 

No contaba con

enorme complot; la

gran ciudad sobornó

al dios sol

para que esa sucia noche

se apagara

y no alumbrara por fin

al satélite terrestre.

 

Dicho y hecho, la luna

no consiguió brillar

y así fue que

la gran urbe

ganó la final del concurso

que premiaba

a la luz más intensa

del universo...

 

Una vez más

la corrupción

brilló

por su presencia.