kavanarudén

Luna sufriente

 

La luna llena paseaba a lo largo de la sabana.

Las tinieblas veneraban y realzaban su belleza.

Elegante su figura, fina como ninguna.

Su manto gris acariciaba todo a su paso.

Su fresco perfume fluctuaba en el ambiente, mezcla embriagadora de flores silvestres, tierra mojada, frutas, musgo blanco, jengibre y especies del medio oriente.

Se asomó al gran lago y peinó sus cabellos de plata. Dejaba su mágica estela en sus aguas profundas.

Escuché su voz canora. Entonaba un canto melodioso y triste.

Percibí una lágrima que resbaló por su virginal rostro. Al desprenderse se convirtió en un traslúcido cristal luminoso.

Contemplé embelezado su preciosa figura.

¿Dime, amada luna, por qué tan triste te noto como ninguna?

¿Qué males turban tu amado corazón?

Verte en esa condición me hace perder la razón.

Me miró con sus ojos claros, trasparentes, simulando una sonrisa.

Abrió sus labios de nácar. Comenzó a responderme con calma, sin prisa.

Mientras su eco era diseminado por la suave brisa.

\"Un amor imposible hace mi alma trizas.

Una enorme distancia me separa de mi amado.

Me refiero al astro rey, por todos admirado.

Su luz me da vida, su vigor siempre he reflejado, mas la desdicha de no tenerlo a mi lado, mi ser casi ha destrozado.

Siéntome desolada cual desgraciado moribundo, por ello vago triste y sin rumbo\".

Quise abrazarla en aquel instante. Decirle que la comprendía, pues yo también era un alma errante. Me había malherido el desamor punzante, dejándome cual nave perdida, sin rumbo y sin tripulantes.

Justos oteamos en cielo infinito. Nos envolvió un áurea silente.

Jamás hubo en el mundo un silencio tan elocuente.