Tú eres el mar,
yo, un peregrino
perdido en su sal.
Tú eres el sol,
yo, una espuma
bajo un cielo sin paz.
Tú eres la luz,
yo, un errante
que no deja de andar.
Tú, la libertad,
yo, la cadena
de un tiempo sin edad.
Tú eres razón,
yo, la locura
que no quiere callar.
Tú eres la paz,
la que me toma
y vuelve a soltar.
Yo muero de sed
buscando un río
que no quiere brotar.
Tú, nube de miel
y lluvia fresca
que no sabe caer.