Alberto Escobar

Las Rebeldes Musas de la Noche

 

 

El oficio de escritor, cruz pesada donde las haya.

Las musas me tuercen la mirada cuando las invoco.

Recurro a todas las pócimas, a todos los gigantes

cuyos hombros me sirven de atalaya para ver más

lejos.

Consigo romper por fin el silencio del fondo blanco

pero insatisfecho vuelvo a la orilla de la nada.

De nuevo me aventuro en un verso que se agarra 

a la pared uterina pugnando vida. Prospera.

Avanzo con el segundo que nadando a favor 

coge viento y se adentra en el piélago de la Gaya

Ciencia con éxito. 

Parece que he cogido veta cual surco ferroviario

que me lleva a buena estación.

Coloco alegre el punto y final en la cuarta estrofa

como mandan los cánones del soneto.

Cierro mi cartapacio.

Doy por finalizado (por hoy) mi empeño en mantener

la llama encendida. Llama de los dioses que Prometeo

me entrega cada noche.