Revolicant

Otro día en el paraíso

Harto del odio, del sinsentido,
de la lógica ilógica de lo cotidiano,
de la inherente tristeza del día a día,
de la desesperanza sistemática.

Harto de las certezas y las dudas,
las medias verdades y las puras mentiras,
del tiempo que no pasa, de la distancia que no cura,
de la noche que no empieza y los días que se vuelan,
de los espejos que me miran y me devuelven la mirada,
de los malentendidos y las obviedades,
de los errores que se acumulan,
de los aciertos que se diluyen,
de las repeticiones y de las metáforas,
de lo fantástico y lo trágico,
de todo lo efímero y sus alrededores,
de las sombras que son eclipses,
de los eclipses que son negrura,
de la negrura que es vacío,
del vacío irreemplazable y la presencia que no llena
de la nada que me rodea, de lo nadie que soy,
de esta absurda permanencia a fuerza de miedo y costumbre,
de tanto silencio estúpido y tanta tontería a pleno sol,
de saber y de no saber saber,
de vivir y no vivir vivir,
de ser y no ser ser.