Alberto Escobar

Becquer en Mí

 

Esta mañana me acerqué al olivo de la infancia

aquel que nos daba cobijo cada tarde de verano

seguía vivo el tocón aledaño que asiento nos

daba cuando el cansancio rayaba en desmayo.

Acudíamos entonces a nuestros cuentos de

siempre aquellos que polvorean en las antiguas

alacenas piel con piel, cara con cara leíamos

hasta el relente hasta que las letras desaparecían

de emoción llenas.

 

Recuerdo el día del primer poema, era de Becquer 

si mi mente no me traiciona, son ya veinte años

los pasados, son veinte primaveras que sin querer

se me viene la tarde de la Rima XXIX que leí en tu

regazo.

Recuerdo el silencio atronador, tu rizo negro

acariciándome el rostro, volé a los infiernos

dantescos al conjuro de tu aroma.

La emoción brotó en el último verso, tus ojos y los

míos uno.

Tus labios y los míos uno, todo lo demás inexistente.

 

En ese preciso instante comprendimos

que todo un poema, toda una vida, todo un instante

puede caber en un solo verso.