Raiza N. Jiménez E.

TIEMPO Y SOMBRAS

 

Las horas se han tornado largas,
son horas detenidas que se hacen
dueñas de este frugal pasado.
El tiempo, santo Señor de lo posible
y lo imposible, se enseñorea en las
vidas y también en las muertes.

!El tiempo es padre de las dudas!

Todo se ve pasar como una
caravana de fantasmas que
deambulan sin rumbo fijo\'.
Ellos marchan mirando al frente
en frenético andar, con su
fuerte olor a mortandad.

¿Qué es lo que miro? No lo sé.

Siempre nos preguntamos: ¿Qué es?
y la obediente sombra hace giros
con un andar desarraigado,
como preguntándose también,
¿Para dónde hay que ir y para qué?

Sólo una voz tenebrosa y más
fuerte que las sombras, se planta
para recordar lo que se ha hecho,
lo no hecho y lo por hacer.
Y, en una ensordecedora réplica
se oye un grito: ¡Aún no has muerto
y no sabes cuándo será!!! ¿O sí?

¿Será verdad que no se sabe cuándo?

Hoy que vives como vives y que
transitas entre muertos en vida, esos
que caminan a tu lado, abre los
ojos y mírate, sin pena y sin rencor.
Haz de perdonar y perdonarte por lo
que fue y, lo que ya no será más que
un indescifrable recuerdo.

!Los recuerdos tienen vida propia!

El destino, tu destino, con sus huellas
marcadas, ya no mira hacia atrás,
va seguro siguiendo su rumbo.
Sin detenerse a mirar a ningún lado,
sigue y sigue, sin parar, a dónde ha
de llegar, sí es qué llegará.

!Así es el destino y tiene su rumbo!

No hay preocupación en ese andar.
Solamente, el cansancio alerta al
viajero de cuánto ha caminado y
cuánto falta para llegar, sí es que,
se ha de llegar a algún lado.

Hoy, mañana, más tarde o más
temprano. ¿Quién lo sabe?

¡Nadie sabe nada de nada en eso
de estar, de irse o de llegar!!!

Y, es así, como estos viajeros del
tiempo, sin memoria, transitan su
existencia mustia y febril.
Los andariegos enfilan sus pasos ya
delineados por el inexorable e
inefable destino.

¿O más bien serán cosas del azar?

Nunca se sabrá cuándo se ha de arribar
o si ya se ha llegado a donde se debía
llegar. Nadie lo sabe con certeza.

Proponerse a respirar mientras
tanto y, así habitar esta indefinida y
dudosa espera, es la usanza de los que
se niegan a conocer lo que ya saben.

¡Lo que ha de ser será, aunque
no se crea en el nunca jamás!

Raiza N. Jiménez/

Derechos Reservados