el poeta del abismo

Cisne

Al acercarme a tu casa olían las flores
Y florecía tu pecho como los ajenjos.
Ahora veo el filo aquél bajo tu regazo
¡Oh, Jardín de mis anhelos!
Ya vuelven tus ojos, las lianas,
velve el cisne con una rescatada voz.
Tambien tiene una sed que se ahoga
puede ser la voz, la calma, la sed tuya.

¿Que será sin ti la espera, si en la espera vienes?
Mi calor no espera y las garzas tampoco esperan a la tarde.
Yo seré las esquirlas si tu mano trae la bondad,
seré mi voz otra vez si tú eres
las flores moradas de la penumbre.


Yo soy tú llamado decadente, la memoria
sé que se levantan las campanas
el dia de tus nostalgias
y que la tarde encandila la altura de tus pechos.
Así se distrae el cielo, fingiendo sobre ti una tarde.
Ahora cada uno aguarda su noche,
envegeciendo el agua, quejandose en los helechos.


Mas en ti caigo y navego a tus mareas excitadas
y tú estas pendiente de lo que yo quiero;
tu beso, tu luz de gota,
tu mano, ¡ay, tu otra mano!
yo no me curo de tus manos.

Si alguna sombra crece yo me cubrire en ella
Ahora te llamo devoción antigua
porque pronto eres y pronto mueres
sin embargo te traerán los rumores,
dirán que tu no eres mi más grande pena
dirán que ya no se escribir poemas
y que he dejado madurar tu beso
sin quieta edad que lo acompañe.

¡ah, el cisne aquel! nuestra rescatada voz.
Yo todavía no me curo de tus manos.