ErC

Invisible.

Vida increíble.
Muerte insobornable.
Dios y Lucifer en mi piel.
Cada momento muero,
revivo al instante,
resucito entre alas rotas.
Mi mente se enfoca
cuando en el alba ve tu boca.

Mundo indeleble,
insignificantes vivientes,
saben nada de la vida,
mucho menos de la muerte.
Constante sufrir
en el viento del mal.
Mares con cadenas
inundan la ciudad,
aprisionan la poca libertad
qué hay entre la soledad.

Acciones poco creíbles,
fatigantes mentiras,
abundan la muchedumbre.
Pocos hablan verdades.
Algunos mueren pobres,
pobres de amor, no de dinero.
Ricos son pocos con corazón hermoso.
Preciosura de la vida,
encontrada en los detalles
de las cosas pequeñas
qué habitan está tierra.

El avanzar imborrable
el tiempo no detiene, 
escasa su demora, 
parar no puede, 
la gente va
ciega avanza por doquier,
la naturaleza llama
nadie voltea, nadie contesta.

Arde mi amor invencible,
justo en el pecho
donde brotan hojas secas,
cómo en el otoño qué se acerca.
Las malignas corrientes de aire
corren por mis arterias,
aceleran mi andar
entre la vera de la hipocresía,
alejando mi realidad
de la alegría y la felicidad.

Para los individuos, invisible,
para los humanos, verosímil,
a los inhumanos oculto,
a tu mirada admisible.
Yo y mi tortura.
Mi ángel y demonio  
en insistente paz y guerra.
Yo y mi yo tenaz,
doliente en esta suciedad.
Abrasador mi pensar,
quiere estallar
junto con toda la maldad,
terminar en cenizas,
resurgir cómo lo hago cada día,
en la mitología de esta vida.