David Arthur

Demasiado preciosa

 

Después de años de un confinamiento solitaria

por su madre bien guardada,

al fondo de una gaveta abajo recortes viejos,

en la  liquidación apareció la foto en blanco negro,

un recuerdo caído en el olvido de su propia niñez

 

Se mojaba sus piés en aguas bajitas del reflujo,

su gorro amarillo de sol su único atuendo,

sus manos agarrando con firmeza

un balde y una pala de plástico,

herramientas  de su investigación

 

Sonrió a acordarse de aquel día de felicidad,

cuando una ráfaga se le robó su sombrero,

llevándolo lejos el mar adentro,

a montar a pelo encima de los “caballos blancos”,

reaparaciéndo un día entre los despojos del mar

 

Sus trenzas despeinadas con libertad a volar,

ningún intento hizo a recuperarlas,

tan absorta en su peregrinación costera

en busca de la maravilla  de una caracola ,

a dejar sin dueño demasiada preciosa

 

La foto de la red