Son las horas eternas de mi hastío
como sombras que vuelven del pasado,
contemplando su cuerpo junto al mío
recordando un amor que está enterrado,
su figura bañada de rocíos
que dejaran mis besos impregnado,
su recuerdos adornan como lirios
extrañando los días de delirios.
El tictac del reloj es un martillo
que golpea mi numen inclemente,
siento en mi alma rasgones de cuchillo
que la dejan muriendo lentamente,
como reo me siento en el banquillo
esperando mi fallo muy paciente,
mas el juez con mirada tosca y dura
su condena severa me asegura.
Las agujas recorren su camino
avanzando veloces y constante
solo pienso que tengo mi destino
en las manos de un juez tan petulante
porque observo en sus ojos de felino
que su fallo ha de ser intolerante:
Si el pasado viviste plenamente,
al futuro confronta estoicamente.
Autor: Aníbal Rodríguez.