Nunca entendiste que el amor no es solo luz,
también es estruendo;
que es memorizar las grietas del dorsal de la mano
antes que los precipicios de sus nudillos.
Y tanto me distraje contemplando tu vuelo
que olvidé ir a tu lado.
Te besé sin soplarte el polvo,
no esperabas esta profundidad
y te ahogaste.
Tus lijas me exfoliaron la piel,
que ya no arde,
que ahora es nueva.