Caramelo de Ricina

II

Nunca entendiste que el amor no es solo luz,

también es estruendo; 

que es memorizar las grietas del dorsal de la mano

antes que los precipicios de sus nudillos.

 

Y tanto me distraje contemplando tu vuelo

que olvidé ir a tu lado.

 

Te besé sin soplarte el polvo,

no esperabas esta profundidad

y te ahogaste.

Tus lijas me exfoliaron la piel,

que ya no arde,

que ahora es nueva.