roberto candela

Mi amada.

Eterna celestina más bella que ninguna,

Cela la luna los besos que me diste anoche,

Pàlida luz, curiosa, filtrada, inoportuna,

besa tus ojos, sonríes,  finges un reproche.

 

Voz cristalina, sutil, cautivadora,

 Voz que en el templo a la deidad adora.

Ojos de plata, de piña 

 y aceituna

Rozas el piso al caminar como no hay una.

 

Postra mi dicha los ojos a tu encanto

Late en mi pecho el amor, se olvido el llanto

Nunca pensé adorada amarte tanto 

Tiré mi escudo y mi lanza al camposanto.

 

El viento lleva entre su suave brisa 

En ala ardiente tu sensual sonrisa.

Llega hasta mí y enamorada besas

Con tal pasión, con renovado brío

Con tal fervor que me produce frío

Que a perder su alma tentaría a un santo.

 

 

 

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