Jonathan Caban

Querida reina

Volví a golpear la puerta, esta ocasión a la altura del piso veintiuno,

espero no añejar antes de continuar la jornada.

Admiro su valentía y grandesa mi querida reina,

un rey a tus pies jamás necesitaste.

Otorgaste el alma para cosechar tus frutos honorosamente.

Fiel, confiada y discreta resistes la franquesa...

suelen las lluvias humedecer mi rostro.

He crecido en alma, cuerpo y espíritu esperando con ansias conocer al rey posterior a esa puerta,

obteniendo a cambio paz en mi tormento de una vez y por todas.