Evandro Valladares

LA AMADA

La Amada

 

Escucha el sonido de mi verso;

como la lluvia  fresco, como la seda  terso.

Lo inspiras  tu, musa delicada,

en mi numen presente, en mi mente deseada.

 

Deja que aspire el perfume que a tu paso dejas

y analice el misterio que hay bajo tus cejas,

para interpretar con mis líricos  antojos,

el enigma que esconden,  tus negros ojos.

 

Hay en tus labios dibujado  un beso,

 es tu aliento  flor de  tenue  aroma.

A  diario  pido, en mi  ferviente rezo,

ser  la ilusión que a tu pupila asoma.

 

Deseo ser el tenor que canta,

amorosa  oda,  que su voz  agiganta,

teniendo   fondo  orquesta  y  coro,

mientras  peinas tu cabellera de oro.

 

Quiero verte, total, hermosa  e ilimitada,

con  tu alma totalmente transportada,

lanzando  un suspiro, pudoroso y mudo,

mientras con estrofas,  hilvano mi saludo.

 

Se adivinan tesoros en tu pecho; vestal dormida.

En tus esencias  riquezas escondidas.

Correspondencia  mágica que empieza a ser leída.

Jardín de ensueño con rosas florecidas.

 

Deseo  ser  voz, por ti querida,

el   amante presuroso que acude  a tu llamado,

como  la sangre pronta que fluye en una herida,

como  corcel  en la pradera:  libre,  desbocado.

 

 

 

Mi  voz,  saeta que pronta va  volando,

se  eleva hasta  el cielo,  suplicando:

-¡de  ella  no me alejes¡,  mantenme unido.

Y  DIOS,   misericorde ,  atiende  mi  pedido.

-No  te  preocupes,   me  responde,

-¡ése   amor , lo tengo   bendecido!.