Dejé de leer poesía porque te columpiabas en cada verso
y
la curva melódica
se inundaba
de insolencia.
Dejé de tocarme
porque
solo
sabía
hacerlo
con tus manos,
porque
solo
me
encontraba
en tu cartografía.
Suena tu canción favorita:
el bullicio de la ciudad.
La juventud burbujeante nos hace cosquillas,
el futuro te sube la falda
y
mis caricias
te esfuman.