Caramelo de Ricina

Mayo

Desde que no estás Elvira se maniató
y los Smiths enmudecieron.
¿Cómo esperás que te olvide
si acá los recuerdos están vivos y me rasguñan?

Te quiero ver
así de hierro
en este horno.

¿Por qué te traen contra tu voluntad?
No me rocés el pensamiento
si no vas a besarme las llagas,
no hagás florecer los rosales en este suelo árido,
los pétalos serían fotocopias
y las mariposas gusanos.

Subrayás tu sonrisa
con nuestros recuerdos opacos
mientras yo los saturo en mis retinas
y coloco el cañón de tu despedida
en mi sien.

Tus piernas son cuerdas
que me estrangulan por las noches
cuando tu ausencia me besa la frente.

A veces me pregunto cómo me pensás,
si es que lo hacés,
qué recuerdo descolgás del glaciar,
estoy casi segura de que elegís mis errores.

Quién escogería el paseo nocturno
por la orilla de un dique que nos hacía inmensidad
sobre una ciudad parpadeante
o los besos de manzanilla
que nos descosían el pecho.

Nadie volaría a través de esas turbulencias,
nada más peligroso que despertar al corazón
en medio del otoño,
te comprendo.