Miguel Angel Ortigoza García

EL JARDÍN DE DOÑA VERA

 

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                  Si vieras, amor ¡Qué hermoso era el jardín de doña Vera!

Eran tres macetitas de exóticas flores

acurrucaditas sobre la baranda del viejo balcón.

Recuerdo que…

Demi, las regaba después de tender

la cama en desorden de los hospedados.

En las mañanas, casi al medio día,

el sol sonreía enfocando las grandes montañas

de los Apeninos, donde los labriegos enclavan sus casas

con fe y esperanza, con felicidad.

Hoy están en mi añoranza…

La región Toscana tan bella y galana. Legendaria Italia.

Orfea, la esposa de Demi, ordeñaba el vino tinto, brillante y casero,

lleno de jejenes mansos y robustos.

Doña Vera, la dueña de casa, cocinaba carne de conejo y espinacas tiernas.

El pueblo de nombre Borgo a Mozzano es plácido y limpio

como el rio Serggio que lo acaricia y luego se va.

En noches oscuras, sin luna, nunca me he enterado si las lucecitas,

eran los labriegos dignos y gritones, que iban al cielo con sus farolitos,

o algunas estrellas venían a posarse entre los viñedos del don montañés.

No sé si estarán todavía las tres macetitas. Pero viven en mi recuerdo.

Era hermoso

El jardín de doña Vera.