mariano777

A LA MUERTE- ADOLFO VILATTE LAVIGNE

Me gusta ver la tumba solitaria
donde un sauce inclina su follaje,
me gusta alzar tristísima plegaria
allí donde descansa el triste paria
al lado del señor de gran linaje.

 

Allí siento placer, grata ventura;
olvido el mundo, olvido mis pesares,
y cuando el viento en el ciprés murmura
presa el alma de amor y de ternura,
me arrodillo del luto en los altares.

 

Allí me gusta , si, templar mi lira,
y saludarte ¡Oh! Muerte misteriosa,
y cuando el día lentamente expira,
alzarte el ¡Ay! Del alma que delira,
pronta a volar a tu región hermosa.

 

Quien pasa tus simbólicos umbrales,
deja al entrar honores y riquezas;
¡Oh! Para ti los hombres son iguales;
no te conmueven misas, funerales,
ni te deslumbran glorias ni bellezas.

 

El necio vulgo teme el soplo helado
que de tus antros lúgubres exhalas,
y de su pequeñez horrorizado
espera ante tu sombra arrodillado,
el roce frío de tus negras alas.

 

Yo te espero, con alma agradecida,
como el viajero espera nueva aurora
para seguir su marcha interrumpida,
y en ondas de una mar embravecida
lanzo hacia ti mi barca voladora.

 

¡Y qué es la vida sino la agreste ruta
que nos conduce a la mansión tranquila!
La existencia nos brinda amarga fruta,
¡Cuán húmeda, cuán triste es esa gruta
que llaman mundo y que maldad destila!

 

Qué importan los gusanos de la tumba,
de un cadaver los pútridos olores;
qué importa que la escoria vil sucumba,
por eso el ideal no se derrumba
ni el alma pierde el brillo de sus flores.

 

¡Oh! Morir es nacer para otra vida
más sideral, más bella y luminosa;
es el adiós al antro donde anida
la materia enlodada y pervertida,
es la verdad con su blancura hermosa.

 

Mortales, la existencia es solamente
un destello del alba en las tinieblas,
y que sonriendo, besa nuestra frente,
como un suspiro de lejano ambiente
humedecido por lejanas nieblas.

 

La muerte dice paz, dice esperanza;
la vida dice ruidos, sinsabores.
Mientras la vida entre el dolor avanza,
la muerte ofrece un cielo de bonanza
rico de luz y fraganciosas flores.

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Cuando vengas ¡Oh! Muerte misteriosa
sobre mi ser tender tu negro velo,
hazlo, te ruego, en tarde silenciosa,
cuando la brisa envía cariñosa
su fragancia a los angeles del cielo.

 

ADOFO VILATTE LAVIGNE