Leandro

Isabel

¡Cuánto te quise Isabel!,

Viviste como una flor alegre

entre los cardos salvajes y las rocas,

Y en medio de un desierto extraño,

Me dabas la mano en silencio,

Me hablabas de cuentos alados,

Para nunca separar los caminos.

Fuimos diferentes pero iguales,

Yo era tu todo en silencio

Y tú eras la musa en mi destino.

 

¡Compartíamos tanta alegría!,

Por las tardes solos en la mesa,

Un té, un pan, algunas galletas,

Que sencillos éramos los dos,

Que quimeras tejimos esas tardes,

Largas tardes que rápido se iban,

Para dejarme bajo las farolas del camino.

 

Y cuando tus manos se volvieron frías,

Se congelo mi alma en un invierno eterno,

Y un frio viento en mis espaldas

Me alcanzo en una triste poesía,

Mientras una copa de hiel amarga

Dejaba el gusto de la muerte en mi alma vacía.

 

Te desgarró sin piedad de mis manos,

Y yo sólo te vi partir por esa senda,

Las flores se volvieron mustio llanto,

Al no poder tenerte nuevamente

Y no lloré ocultando mi angustia,

Para no dejar la pena en tanta gente.

 

Tú te fuiste y yo quede tan solo,

Quede con mi guitarra que lloraba,

Y con mis poemas escritos con sangre y cal,

Quede en un cuarto oscuro desvelado,

Esperando tus labios nuevamente me besaran,

Bajo los arreboles encendidos del verano,

Con sabor a tu dulzura y sal.

 

Leandro

Derechos Reservados

2016