Cuando se hace la noche y mis labios se desesperan,
por esa necesidad de poderte sentir,
sentir tus dulces labios, sentir como nuestras lenguas juegan entre si.
Mi corazón empieza a latir cada vez más rápido, dejando que mis manos empiecen a quitarte la ropa que esconde ese cuerpo que tanto me atrapa a ti, dejándome en la perdición de una excitación,
una excitación que siento tan adentro de mi.
Teniéndote encima de mi, desnudos,
sintiendo cada parte de tu cuerpo, sintiendo como tu cuerpo empieza a arder, como empieza a sudar de ese esfuerzo que nos provocamos mutuamente,
cómo crece ese placer entre nuestras partes,
fundiendo nuestros corazones en un solo latido,
nuestra fuerza en un gran sentimiento.
Lentamente vas subiendo y bajando,
enredados entre nuestras manos,
esa locura fundiéndose entre nuestros ojos,
con gritos de felicidad, empezando a gemir,
a gemir tan fuerte sin importar nada,
sin dejarnos de sentir tan profundamente,
mientras que nuestro amor es tan intenso,
tan intenso entre nuestra manera de amarnos.
Francisco Hernández Escribano
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