Yo te extraño mujer y te venero
más jamás moriré de la agonía,
yo nací con el alma del guerrero
que al dolor y la pena se imponía.
Puedo darte mi amor a manos llenas
y brindarte mi fe sin condiciones,
pero nunca suplico, pues las penas
las entierro con nuevas ilusiones.
No podría querer y ser el siervo
de un amor que requiere arrodillarse,
puedo amar, mas mi estilo lo conservo
y mi frente jamás ha de inclinarse.
Como cóndor que surca por los cielos
es difícil que traten de encerrarme,
no es orgullo mujer, mas en mi vuelo
nunca nadie podría doblegarme.
Yo te ofrezco del alma lo mas bueno
y te entrego mi vida con su sueño,
mas jamás rodaré por negro cieno,
de rodillas pidiendo ser tu dueño.
Es verdad que tu amor es mi alimento
pero llanto jamás habrá en mis ojos,
es mi espíritu libre como el viento,
siempre rompe candados y cerrojos.
Nunca pienses mujer que mi alma ruega
pues sería tu sueño más que vano,
nunca un roble sequía lo doblega
aunque muera de sed en el verano.
En tus manos mujer está el destino
de este amor que te ofrezco sin medida,
mas jamás doblaría mi camino
ni mi forma de amar en esta vida.
Eres ola que azota la ladera
yo la roca que aguanta la embestida,
mas permite navegue sin bandera
y que brille el amor con luz prendida!
Autor: Aníbal Rodríguez.