Reyshell Mendez

Guardián de la niñez

Son tan sólo niños, infantes que pasan las horas buscando el pan. Sin perder sus esperanzas sin dejar de soñar. Sueños en donde quieren tener un techo que no se moje y una madre que nunca conocieron Sueñan con ser felices en algún momento, acabar con tanto sufrimiento, para no tener que llorar nunca más… ¡Ángel!, volando vas bajo el cielo, mira con piedad al niño sin consuelo que está luchando por escapar de su mala suerte, huyendo del lacerante invierno, al mismo tiempo escondiéndose de aquella cruel sociedad que lo ha condenado a mendigar. Mira que abusan de ellos, ¿acaso el ser humano no conoce la piedad?... ¡Protege ángel su dignidad! Cuídalos en silencio, que tus alas sean los brazos de una “Madre llena de misericordia, llena de amor”, esa madre que anhelan mirar al despertarse. ¡Siente con tu alma redentora, da luz a aquel deseo que todo niño no ha podido disfrutar! Porque el ser niño es ser también un ángel que implora liberación, en su intento de escapar de esta cruel sociedad, busca su felicidad que tanto añora. Uno de ellos, el mayor, con sus pies descalzos y sucios, con tan poca edad, toma unas cuántas monedas con sus manitos y en sus hombros a tres hermanos más que cuidar; juntos, en las calles vagan sonrientes, olvidando el hambre del día a día, continúan sus luchas bajo juegos y sonrisas, siempre sueñan con alcanzar la felicidad, dime ángel como se acaba con tanto sufrimiento, daría lo que tengo por verlos en los brazos de una madre que los ame, que los espere para cenar y los arrulle para dormir. ¡Oh Ángel del Amor, cuídalos mientras están escondiéndose del miedo y de la soledad, pide por ellos ante el “Rey del cielo” para que mi alma al verlos deje de llorar...