.Luz del alba.

Reflexiones en soledad

Perdida en un frondoso bosque

de pensamientos,

errando entre vagas ideas

que conforman diapositivas de mi historia,

me paro a meditar un solo instante y digo

¿Es tan raro preferir a veces la soledad

en lugar de la monótona compañía?

En la soledad tienes tiempo para

dejar la mente en blanco,

volar entre cielos de melancolía reprimida,

y ahogarte en mares de silenciosas olas.

Quizá sea una verdad amarga vista de este modo,

pero a veces la única manera de afrontar algo

es aislándote primero en tu \"yo\"

para luego ganarle la eterna guerra a tus problemas.

Y es que en la soledad piensas, ríes, lloras,

sientes y escribes.

Comienzas a escribir tu propio cuento,

donde tú decides el principio, el nudo y el desenlace,

donde el protagonista eres tú

y tú decides cómo formar tu personaje.

Eres el autor de tu propio cuento,

y no hay nadie que pueda arrancar

las páginas de tu relato.

Y la compañía no está tan mal,

pero sólo a veces.

Hay personas que realmente

se llaman así por definición y no

porque de verdad demuestren serlo.

Personas cuya vida se sustenta

haciendo que las del resto sean muerte en vida.

Borrando sonrisas, alabando llantos

y volviendo yertos campos de flores y alegría.

Apagando ojos, apagando rostros, desvaneciendo sueños

y marchitando primaveras.

Son oscuridad nublando la luz diurna de corazones

inocentes con ilusiones creadas de esperanza

que ya no existe.

Son polvo cayendo en heridas que su gris formó

sobre la frágil piel de niño.

Como viento iracundo dejando sin arena

las ardientes dunas de un desierto

al que ya le habían arrebatado su oasis de fuerza.

A estas yo no las llamo personas.

Sin embargo, hay que girar la moneda para darle

la vuelta a las cosas.

En la otra cara encuentras a esas personas

que con la mirada parece que te envuelvan en una sábana

que te protege de todos los males.

Personas cuya vida se sustenta

cuidando de la vida del resto.

Dibujando sonrisas, alabando el fuego que apagó los llantos,

y floreciendo vida en campos de yerta tristeza.

Iluminando ojos, iluminando rostros, reforzando sueños

y germinando primaveras.

Son la luz nublando la oscuridad que habitaba

en corazones inocentes con ilusiones de esperanza

que ahora revive.

Son agua limpiando heridas y cristalizando

la tierna piel de niño que cada vez se hace más fuerte.

Como Sol iracundo paralizando vientos

en desiertos de rígida arena

y reflejándose en los nítidos espejos

de los vigorosos oasis.

A estas sí las llamo personas,

y por personas como estas

a veces es mejor abandonar la soledad

que escribes y te construye,

para escribir tu cuento con ellas.