Eikasia

N5

Desde que el Chavito duerme adentro conmigo por sus heridas, los gatos se amontonan en mis dos portones.
Maullan victoriosos por el terreno ganado en la trasnoche de luna blanca blanca y de cielo despejado que estos últimos 4 o 5 días estuvimos teniendo. Porque si es que alguna cosa tuve, habré tenido el cielo que de tanto mirarlo ya me lo aprendi de memoria y de conversación, o tus ojos, atragantados en mi garganta, o tu voz, tus sonrisas y tus lagrimas. Y tus manos, en mi cara.