Adrian Labansat

MI AMADA MUJER PUBLICA

Sobre  un soplo del tiempo se detuvo su rostro,

su cuerpo eclipsado

hizo desaparecer su desnudez

arropados de soledad hasta el cansancio,

no se despediría,

borraría mi cuerpo con la caída del agua

me haría invisible para su historia,

ella permanecería siempre en la mía

abandonado en el quicio del hotel bajo su sonrisa que el viento se llevó,

acepto el soborno de mis deseos por tenerla, la tuve pensando que la retendría

pero ella pertenecía a la calle, a las lámparas y la penumbra sobre las banquetas.

 

El espejismo de la primera vez me hizo decirle que la amaba

miradas segaron mi voz tratando de detenerla

atravesó como un gato nocturno hasta perderse,

masticando el pecado quede sujeto a su perfume.

 

Fue a esa edad en que aún le temía a Dios

todo estallo dentro de mí, afuera todo siguíó su cotidiana  marcha,

la he resguardado en los años en los que he vivido 

en el recuerdo junto al temblor de mi cuerpo consumando inocencias,

su desamor aun crepita entre restos de aquellos fuegos.

 

La he ido a buscar con la misma soledad y cansancio

pero solo me he encontrado con sus  noches,

con los cientos de miradas que se colgaron de su cuerpo,

vi encarnaciones de ella bajo el filo de las luces

pero ella debe ser  nocturna  mariposa  

se habrá elevado tan alto para que  solo sus sueños la toquen,

yo  después de tanto me he quedado con los míos,

aquí abajo en la penumbra.