luisa leston celorio

PECHOS O TETAS- TOPLESS E HIPOCRESÍA

 

(No hay lugar impropio para que un bebé si tiene hambre pueda comer)

Había quedado atrás aquello tiempos en que las miradas les perseguían, aquellas obscenidades que se veían obligadas a escuchar. Ya nadie reparaba en sus pechos ni sus exiguos tangas, todo se había normalizado, ya nadie gracias al cielo se escandalizaba por ver cuerpos desnudos o semidesnudos.

Nadie observaba si daban vueltas hacia arriba, o vueltas hacia abajo, si se ponían de un costado u otro. Nadie ya se preocupaba de si daban paseítos luciendo sus torsos dorados; dorados por el sol que acaricia sus pieles.

Desde hace tiempo nadie reparaba en sus tersas o flácidas tetas, y eso les hacía sentirse cómodas, tranquilas, sin temor a ser ofendidas.
Con sus desafíos, sus luchas habían logrado hacer normal lo que hasta no había mucho era un desacato, una perversidad. Estaban convencidas de que ya no habría retorno. Tan solo querían sentirse libres, tan libres como los hombres que lucen su torso y marcan “paquete” sin ser censurados.

Creían que habían logrado alcanzar la meta, que nada ni nadie les turbaría de nuevo por dejar ver sus pechos, pero tan sólo tuvieron que ser madres para descubrir que tenían otra nueva cruzada que vencer, pues por lo que estaban observando no habían ganado ninguna contienda, sólo una pequeña batalla.

Era increíble, unos metros más allá de donde algunas madres trataban de amamantar a sus bebes había muchachas en topless y diminutos tangas y ya nadie se escandalizaba, por contrarios sobre ellas que sólo estaban ejerciendo de madres se les echaban encima como verdaderas energúmenas y energúmenos por sacar sus pecho para algo tan natural como amamantar a sus criaturas.

La hipocresía estaba instalada en la sociedad, como siempre, nada había cambiado.
Algunas de esas personas que les insultaban lo hacinen con una revista en la mano, y no una revista cualquiera, sino de esas donde la desnudez es la primordial razón de ventas. Más de alguna de esas personas eran consumidores de películas de alto grado calórico… y cuando estaban lejos, en lugares que creían que no serían reconocidos frecuentaban lugares no muy recomendables. Pero claro, cuando veían una madre amamantar no percibían un pecho, sino que una provocativa teta, más provocativa que las de las muchachas que lucen topless o las de las revistas porno.

¿Sería por esa razón que no miraban con limpieza, con normalidad lo que es natural? ¿Sería porque sus mentes están sucias?
¿Y ellas, esas mujeres que se ruborizan ante una madre que alimenta a su bebé que les ocurre’ ¿qué esconden?...

Si ellas se sienten sucias no podrán ver ni vivir con digna libertad sus vidas, tampoco permitirán que lo hagan quienes no comparten sus perjuicios.
¿Qué ocurriría si alguna de esas mujeres que lucen topless se pusiese a amamantar a su hijo en plena piscina o playa? ¿Les mandarían cubrirse?
Si es así que alguien diga dónde está el mal, en la teta o en la boquita del bebé absorbiendo el delicioso néctar que le ofrece su madre.

¡Oh señor, que imaginación han de tener algunas de esas personas que ponen el grito en el cielo!

Supongo que esta pobre gente no saldrá del confesonario, pensaba mientras observaba la actitud tan hipócrita de aquellas personas, pues creía recordar que el noveno mandamiento de la ley de Dios dice: No consentirás pensamientos ni deseos impuros.

Lo triste es el daño que van haciendo con su falsa conducta; pero he de decir que tiene la batalla perdida)

Luisa Lestón Celorio
Asturias- España