Ibañez Olmos Victor Alfonso

Rlato 2 (Lamentos y Culpas)

Lamentos y culpas

Ahora que la noche se vuelve más fría y oscura, hoy que lo único que me alumbra es la luz sumisa de una vela que se va consumiendo y hace que siga escribiendo, claro no siempre se escribe para ser leídos y elogiados, amados, u odiados… no, no escribo para ser recodado… escribo en intentos fallidos de hacer poesía para vaciar mi pecho inundado de sentimientos, escribo para dejar la vida del segundo que transcurre por cada palabra que plasmo en escritos que si no bien describen lo que tengo y quiero, sí satisfacen esta necesidad de expresar lo que a veces por no morderme los labios me ato el cuello para que el corazón no grite lo que tanto guarda, no sé si la decepción es producto del fracaso con una mujer o si es el conjunto de errores que tuve con cada una de aquellos seres que dando su vida suicidaron su amor, era tan lindo ver la entrega en cada beso, no sé a quién ame más de ellas, sé que a cada una amaba con el alma y vida, sé que a cada una le entregue lo que tenía, algunas llegaron como viajeros rogando posada en mi cuerpo de condominio, sí, de condominio, algunas ya habitaban en las copas, otras en los versos, en mis pies pues mis pasos las seguían donde anduvieran, y a aquella viajera ¿Qué le podría ofrecer? ¿Qué podría entregarle? No podía darle más que una noche placentera, un poco de vino entre labios, copas que caían al suelo, mientras seguíamos bebiendo, ya no me embriagaba el vino una vez que los pétalos caían, la piel se había vuelto mi vicio, insaciable parecía mi instinto al no dejar parte limpia en su piel, nunca tuve queja de las noches, pero al día siguiente la brisa de la mañana me recordaba la abstinencia que debí tener, el frio helado me golpeaba tan fuerte que se venía a mi mente el amor y lealtad que debía tener a aquella mujer, el alcohol venia de nuevo disgustado, reprochando el luto que debía guardar a aquel amor que siendo mi vida no me dejaba seguir en paz… y, así seguían mis días entre tropiezos y lamentos, cada que encontraba la flor que anhelaba la cortaba, sin raíz, sin el tallo ¡la cortaba! Se me olvido que para que siguiera viva debía llevarla desde la raíz, desde el tallo, regarla en cada uno de mis días… tan grande fue mi error que al marchitarse mis flores se llevaban pedazos de mi, ahora véanme aquí, entre soledades, alcohol y reproches que me hacen los recuerdos… matando el tiempo entre letras, desahogando un poco la culpa en las líneas que describen lo que no expreso con la boca, es que es mas fácil plasmar un sentimiento en papel que gritarlo para sentirse bien…