A. Martinez

Dejándonos llevar.

Nos dejábamos llevar

como hojitas en el agua,

tú, eras las laderas,

las suaves curvas

que me conducían;

yo, el torrente

que pretendía

erosionarte,

lamiendo los costados

de tu geografía dulce.

 

Engendrábamos el agua

llenándola de flores,

que emergían

a la vida:

desde las bocas

desde las manos,

desde los sexos líquidos,

desde los transparentes gemidos,

desde la respiración entrecortada,

desde las miradas

que se caían de los ojos,

 

El sol se escondía

a nuestras espaldas,

y nos dejaba

con dos velas de testigos,

y un montón de poemas

revoloteando en la habitación,

diciendo tu nombre y el mío,

juntándonos en cada palabra,

pegándosenos en la piel,

empapándonos  de olor a versos.