Araceli Vellber

Suena a Despedida.

 

No hace falta usar alardes para cerrar las puertas

basta con utilizar las manivelas.

No hace falta añadir interrogantes

a los puntos finales

sino dejar que las cicatrices curen

y las exclamaciones no proceden, cuando ya no queda nadie.

No hace falta endulzar la despedida,

ni entristecer la mirada,

sólo hay que comprobar donde está el cartel de salida

y poner un pie delante,

porque de los adioses, solo me gustan

cuando ocurren una sola vez y nadie sale herido al despedirse.

Porque al final donde hay edificios,

siempre acaban construyendo más edificios

y los derrumbarán

y sobre el suelo volverán a ocupar su sitio,

sin embargo cuando deje mis labios, ya no quedará boca,

ni lugar que la ocupa,

salvo aquellos viejos olmos y sus hojas,

donde mantenías erguida tu cabeza

y yo intentaba quitarte la ropa,

donde antes había una hoguera,

ahora sólo queda ceniza.

Parece que suena a despedida,

pero no hace falta utilizar tantas letras,

la ausencia no deja mancha, ni rastro que la siga.